sábado, 24 de mayo de 2008

El juego

Ayer estuve jugando. O estuvieron jugando conmigo según se mire: el caso era que me proponían diversos acertijos que consistían en repetir palabras, hacer cálculos aritméticos sencillos o imaginar situaciones inverosímiles donde debía encontrar respuestas.
Lo curioso del juego es que el "crupier" del mismo conocía las respuestas de los asistentes antes de incluso de formular las preguntas a modo de insólito adivino. No conocía, sin embargo, dicho "crupier"; el motivo por el cual todos los integrantes del grupo contestaban justamente lo que él predecía, sino que se debía a fórmulas mecánicas de pregunta-respuesta.
El juego me dió que pensar; asistí a una irremediable concesión de mentes pensantes y libres en pro del "crupier" en juegos básicos de extremada simpleza.
Si extrapoláramos la simpleza de la pregunta-respuesta a situaciones que se prolongaran más en el tiempo ¿No seria totalmente plausible que terminaramos pensando de la manera que un aventajado "crupier" que contrololara estas técnicas se propusiera? Si ésto es así, estas técnicas se pueden emplear para la idea de bien pero al igual que todas las técnicas también para la idea de mal.
Pensé en esos avispados vendedores cuyas habilidades provocan que terminemos comprando algo que en realidad no necesitamos y las cuales desarrollan de manera innata. Pensé en las técnicas de Marketing. Pensé en las Ciencias Políticas. En la religión y en el conductismo.
Estamos en la era de la comunicación y creo que es justo que se nos brinde la oportunidad de conocer cómo determinadas personas por medio de fórmulas mecánicas pueden acabar influyendo en nuestros pareceres.
Todos deberiamos saber algo sobre ésto. Todos deberiamos partir en el gran juego con las instrucciones.
Puede que en tu caso, sólo te debas comportar como un peón.

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