viernes, 15 de enero de 2010

Perderme

Casi no tengo fuerzas para hablar, ni para moverme, para comenzar o para terminar, pero no es un castigo físico el que sufro, sino cognitivo, y el desgaste que provoca es mayor si cabe y sino con certeza se sitúa a la par.

Una fuerza interior que me ha llevado a intentar explorar mis propios límites me llevará seguro a un fracaso absoluto. Porque el éxito no sólo se mide por lo que consigues sino también por lo que pierdes y es clara la correlación entre las variables que afectan al éxito y también al fracaso. El término medio es la homeostasis. Es ésta la perfección y no se prolonga excesivamente en el tiempo si tenemos la suerte de alcanzarla o de que nos alcance, porque no giramos alrededor de las cosas sino son las cosas las que giran a nuestro alrededor y aunque alcemos las manos con ahínco no siempre lograremos prender el equilibrio de la perfección.

Estoy seguro que ya estoy empezando a perder, estoy seguro de que ya he perdido y perder es una palabra que evoca sentimientos negativos. Perderme no obstante supone una exclamación de libertad. Un grito de "quiero" al espacio infinito que se pierde en el inconmesurable destino en el que en realidad no creo.

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