sábado, 2 de enero de 2010

Un nuevo año.

La Catarsis. Una huida. Un reencuentro. Un comienzo. Las posibilidades del nuevo año resultan infinitas. Es el momento por antonomasia de reflexión y ¿por qué no? de purgación.
Inspirar las nuevas metas a cumplir y a expirar nuestros espesos fracasos. Las metas se deben adecuar a las circunstancias y a los nuevos "yo" que fluyen diariamente de nuestro interior, que eternamente lo harán y que se acomodan coherentemente a nuestro sentimiento de identidad personal y transcendente.
La Catarsis. Una apuesta de un futuro sin desdicha. Una ilusión incrustada en un horizonte, amplio, que converge es un destino infame y que desgranará poco a poco, trozo a trozo, cada uno de los fragmentos de nuestros más intensos deseos.
Un nuevo año, la catarsis. Una intención de cambio que flota en un océano de náufragos atolondrados y confusos que jamás nadie alcanzó a ver con el catalejos de esperanza.
Un nuevo año. Una huida. Un reencuentro. Un comienzo.

1 comentario:

Math dijo...

tan solo puedo decir: muy bueno