jueves, 28 de enero de 2010

Metafóricamente hablando

Parece ser que algunas personas piensan que su opinión pesa tanto como el plomo y tal vez esto sea así, metafóricamente hablando.
Hay alguien que dijo que una de las bases de la vida es la ilusión, y que ésta se compone de pequeñas metas a corto plazo, genorosas metas a medio plazo y metas extraordinariamente exultantes a largo plazo.
Quien exhorta un preciso y muy poco espontáneo comentario sobre alguna de estas metas sin otro fin salvo el de la crítica, independientemente del nivel del que se trate y claro está; expresada de una manera tan sutil que impida una respuesta directa, debería revertir la piel que cubre su cuerpo comenzándola a arrancar desde sus pies, de tal forma, que cuando finalice este proceso, su boca acabe pegada a su culo.

viernes, 22 de enero de 2010

La guarida del gusano


La tarde entraba discretamente en el pueblo y Emiliano salía de su casa para hacer algún recado. Vestía una camiseta blanca descolorida y caminaba torpemente debido a su edad.
María, que perdía el tiempo sentada en un pequeño tablón, lo miró con compasión.

En ese preciso momento una música atronadora cruzó la calle desde un coche "tuneado", entonces Emiliano giró sobre sus propios pasos y debió preferir volver a salir un poco más tarde porque volvió a entrar en su casa.

Unos niños negros y blancos jugaban cerca de la orilla de la playa cuando Marcelo dobló alegremente la esquina del bar Telémaco.

María le habló de Emiliano. No entendía como aquel hombre vivía solo en aquella casa a la que llamaban "la guarida del gusano", su avanzada edad y lentitud de movimientos seguramente le impediría mantener la casa limpia y ordenada.

Marcelo miró entonces un poco avergonzado a María y reconoció que él a veces visitaba a Emiliano, solía ir algunos lunes y todos los viernes. En ocasiones incluso desayunaba allí durante el descanso de las clases. Alguna vez llegó a echar una cabezada hasta que llegaba la hora de marcharse. Se sentía muy bien en "la guarida", aunque reconocía que las paredes de la casa tenían hollín.

viernes, 15 de enero de 2010

Perderme

Casi no tengo fuerzas para hablar, ni para moverme, para comenzar o para terminar, pero no es un castigo físico el que sufro, sino cognitivo, y el desgaste que provoca es mayor si cabe y sino con certeza se sitúa a la par.

Una fuerza interior que me ha llevado a intentar explorar mis propios límites me llevará seguro a un fracaso absoluto. Porque el éxito no sólo se mide por lo que consigues sino también por lo que pierdes y es clara la correlación entre las variables que afectan al éxito y también al fracaso. El término medio es la homeostasis. Es ésta la perfección y no se prolonga excesivamente en el tiempo si tenemos la suerte de alcanzarla o de que nos alcance, porque no giramos alrededor de las cosas sino son las cosas las que giran a nuestro alrededor y aunque alcemos las manos con ahínco no siempre lograremos prender el equilibrio de la perfección.

Estoy seguro que ya estoy empezando a perder, estoy seguro de que ya he perdido y perder es una palabra que evoca sentimientos negativos. Perderme no obstante supone una exclamación de libertad. Un grito de "quiero" al espacio infinito que se pierde en el inconmesurable destino en el que en realidad no creo.

sábado, 2 de enero de 2010

Un nuevo año.

La Catarsis. Una huida. Un reencuentro. Un comienzo. Las posibilidades del nuevo año resultan infinitas. Es el momento por antonomasia de reflexión y ¿por qué no? de purgación.
Inspirar las nuevas metas a cumplir y a expirar nuestros espesos fracasos. Las metas se deben adecuar a las circunstancias y a los nuevos "yo" que fluyen diariamente de nuestro interior, que eternamente lo harán y que se acomodan coherentemente a nuestro sentimiento de identidad personal y transcendente.
La Catarsis. Una apuesta de un futuro sin desdicha. Una ilusión incrustada en un horizonte, amplio, que converge es un destino infame y que desgranará poco a poco, trozo a trozo, cada uno de los fragmentos de nuestros más intensos deseos.
Un nuevo año, la catarsis. Una intención de cambio que flota en un océano de náufragos atolondrados y confusos que jamás nadie alcanzó a ver con el catalejos de esperanza.
Un nuevo año. Una huida. Un reencuentro. Un comienzo.