jueves, 19 de agosto de 2010

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Los días se tornan agobiantes y las mentes enfermas se singularizan en abastracción extrema sobrevolando las fauces de un infierno antagónico.
La realidad se subestima y el plano subjetivo ahorra ahora suspicacias en los límites del desconcierto.
Es indudable la incomodidad y la huida se torna difícil.
Cuando las cosas a nuestro alrededor fallan nos vemos obligados a dejar de creer.

2 comentarios:

TSI-NA-PAH dijo...

Hace tiempo que no creo en nada!!!!
un saludo

Malacay dijo...

Comprensible. Aunque tu negación resulta tan tajante, escueta y a la vez tan amplia que podría llegar a pensar que al menos si crees en una cosa y es en ti.
Gracias por tu comentario.